Fiesta en el Village
El 18 de diciembre 2002 gran fiesta "honoris causa"
A las 8 de la mañana me despertaron los vecinos para avisarme que la policía de inmigraciones había venido ayer. La visa vencida, seguro!
Creo que lo tuve en la cabeza por 15 segundos, entre la ducha y el café proteinizado (50 % azúcar 50% hormigas).
Después mientras me secaba le mande un mail a Federico (en Paris) sobre sus virus (en realidad los virus de su PC) y salí a lo que prometía ser un día largo.
En la escuela ya me estaban esperando, saludo a la bandera e himno nacional antes de empezar el gran relajo.
Agitado picado de fútbol prometido a los mas chicos y una búsqueda del tesoro con las pistas en ingles. Diccionario en mano y a correr.
Después tuvimos un concurso de globos de aire caliente hechos por los niños en papel de seda.(foto) En los globos los budistas cargan penas y esperanzas y marcan siempre una cambio en la vida, entre pasado y futuro, es lo mismo que poner un arreglo floral con una vela en el río para que lo lleve la corriente. Pero si entro en los contenidos simbólicos y culturales de cada cosa, esto se va a 30 paginas. Son bastante grandes y después de llenarlos de aire - a puro abanico nomás- se les pone una antorcha abajo hasta que quedan tirantes, y se sueltan. Se pierden en la altura. A veces llevan largas tiras de petardos que al explotar -incluso cuando ya el globo no se ve - sueltan paracaídas, aviones de papel, caramelos, etc.
En algún lugar secreto practicaba la banda.
Llegaron los capos de la Universidad y picamos todos juntos chancho crudo en su sangre (laap) con hogazas de arroz (khao niao).
El arroz por la forma en que esta cocido, se usa como miga de pan para mojar en la sangre. Soy el primer farang que conocen que come comida del norte con entusiasmo. Al final todos parecíamos parientes de drácula.
Después del mediodía, empezó oficialmente la fiesta, apareció la banda, llegaron amigos del poblado y poblados vecinos, de las montañas y la cosa empezó a parecerse a un carnaval.
Felizmente no hubo elefante, pero me hicieron un largo pendón o estandarte con muchos elefantes dorados, que no debía tocar el piso.
Fue toda una proeza ir desde por las calles del village sin enredarme con los cables de luz y teléfono y sin arrastrar al “elefante”. Creo que cumplí mas o menos decorosamente, aunque alguien me agarro en una foto con cara de desesperacion tratando de no dejar a nadie sin luz o telefono.
El desfile lo abría la banda de la escuela, salida del anonimato con un nuevo bombo.
En la entrada del templo nos esperaban las bailarinas y los “guerreros” todos alumnos míos con trajes típicos, que representaron un drama clásico thai, que al ritmo de un tambor ritual, termina con alguna cabeza cortada. En la actualidad eso ya no se hace, lo que le saca un poco de realismo, pero se ve que no consiguieron voluntario, habría que insistir para que no se pierdan los valores culturales ancestrales.
En el templo –budista- me toco presentar mis respetos a los monjes (si! hay foto!), que son los patronos de la enseñanza desde tiempos ancestrales.
Hoy por hoy todos los thais pasan al menos 3 meses de monjes, como una especie de “servicio civil”, en la antigüedad era el único lugar donde se aprendía a leer y escribir.
No les llego Varela pero les llego Buda, que contra muchas equivocadas creencias occidentales, no tiene nada de divino. Es un “maestro” al que no se adora, solo se le respeta (y respetan religiosamente sus enseñanzas, ja!).
Me toco hacer el wai y escuchar un par de discursos en pali, lengua muerta si las hay, usada solo entre monjes y en los templos, me hizo acordar las misas en latín que me comí en el Seminario, donde siempre creí que ni los curas sabían que carajo estaban diciendo. Cuando estábamos todos a punto de coagularnos de calor llego la pausa y reparto de agua a voluntad.
14.30.
Después vino la breve ceremonia formal, donde me obligaron a ponerme una toga y asarme de calor mientras todos estaban en mangas de camisa. Mis alumnos me sacaban la lengua. Dos horas y media después, con discursos muy emotivos, debo reconocerlo, la parte formal había terminado.
Fue todo –afortunadamente- bastante improvisado porque no estaba prevista por parte de la Universidad tanta asistencia de gente, sobre todo de niños. Así que tuvieron la delicadeza, que yo correspondí, de achicar los discursos. Recibí un practiquísimo diploma de PhD en Ciencias, con un largo texto en tai que no sé si es una explicación, una justificación o una excusa y también una tarjetita plástica como las de VISA que da cuenta de mi nueva situación contractual con el mundo del saber.
Anocheciendo, nos fuimos arrimando al centro comunal (al lado del templo, por supuesto) y allí en la cancha de fútbol estaban instaladas las esteras en el piso y un estrado. (foto) Volvimos a soltar globos de aire caliente, pero a los de la noche se les agrega un alambre con un hisopo prendido. El hisopo no solo mantiene el aire caliente sino que ilumina las paredes del globo dándole un aspecto espectral y se los ve a veces por mas de una hora subiendo y subiendo en la oscuridad. En el salón reunieron a los extranjeros y –delicadeza de la universidad- sirvieron la comida al estilo occidental, con mantel blanco!!, copas!!, platos, cuchillos, tenedores y cucharas.
Garabao también me saco mucha presión de arriba y estrenaron una nueva canción que me hizo acordar a Zitarrosa, la chica que después de estar luchando codo a codo con el muchachito, a pata o en bicicleta, desde el campo de arroz hasta el puestito de venta de comida en la calle... lo deja por uno que tiene una pickup.
Cantamos, bailamos y comimos. Menú variado, de lo que me acuerdo –porque comí hasta rodar- es: gusanos de bambú, saltamontes, hormigas culonas, ranas y víbora, tal vez algún pedazo de perro colado entre lo que se declaraba como chancho o buey, chancho crudo, chiles picantes en todas las versiones y tamaños, hojas y pasto surtido en varios formatos, frito, hervido, picado fino, etc. Arroz en todas sus formas. Y flores! Enharinadas y freídas como papas chips, a las que hay que mojar en salsas no identificadas que también sirven como removedor de pinturas.
Sobre vestuario, un poco de todo. Desde trajes típicos thai, no domingueros, sino típicos de todos los días, hasta etiqueta y papillon. Tshirts de Gandhi, BinLaden, Bob Marley y el Che. Y por supuesto la barra de las montañas de estricto ritual y hasta trajeron sus pipas (no me pregunten que estaban fumando).
Después de otro discurso de los estudiantes – en plena comida che!!- el director de la escuela local revelo que seguramente tengo que dejar Tailandia en poco tiempo. No fue muy oportuno en el marco de fiesta y alegría, pero quiso ser amable o ingenioso diciendo que tengo todos los defectos de los thai (pobre, viejo y feo como León Felipe) y ninguna de las virtudes de los “farang” (dólares, minas, drogas) por lo que difícilmente se me permita ampliar mi estadía en Tailandia. A esa altura ya estábamos todos en plena reconversión ecológica (funcionando a alcohol) así que afortunadamente tuvo poco impacto.
Tengo que admitir que hubo momentos de lagrimeo, míos y ajenos...