Otra noche sin balas

Desde el plateau Boyoma al lado de Kisangani la noche deja el lugar a la selva.
Con un café negro, todas las mañanas encuentro un motivo para asombrarme al amanecer.
Los pájaros de todos los colores, los lagartos verdes y rojos, los ruidos de la población que se despierta.
Este enclave aislado tiene una enorme resistencia a dejarse vencer y revive cada día por razones desconocidas.
Aquí viven mas de 600.000 personas castigadas por años de guerra, por una guerra que tuvo como frente de batalla cada una de las casas. Todos los muros cribados de balas, todos los vidrios rotos, todas las familias con varios muertos.
Aquí se opera de apendicitis sobre la mesa de la cocina y a la luz de faroles a kerosene.
Todas las agujas y jeringas se reciclan con agua y jabón.
Todo el mundo intenta hacer un dólar, por las buenas es difícil en un lugar con 99 % de desocupación así que el deporte nacional es la magouille (la manganeta, el curro).
Atrás de cada persona hay mil dramas.
No hay muchos autos, pero hay policías de transito que - a falta de sueldo durante varios años - viven de lo que les dan las ONGs y la MONUC cada vez que tiene la suerte de pararlos.
El Inspector de Trabajo protesta por el licenciamiento de un trabajador, hasta que la ONG paga la tasa correspondiente, que por supuesto va a su bolsillo pues tampoco cobra desde hace años.
La electricidad proviene de una represa que data de la época colonial y que suministra entre 70 y 180 voltios de vez en cuando y nada el resto del tiempo. Las tarifas son según el origen del consumidor.
El agua corriente viene bombeada directo desde el río con todo tipo de amebas. En ambos casos lo que se cobra se reparte entre las familias de los que allí trabajan. Las amebas son gratuitas, el bombeo es directo porque la estación de depuración esta fuera de servicio.
Mas del 60 % de la población es HIV seropositiva y los médicos locales sostienen que es mejor no informárselo a los pacientes.
No existe sistema de vacunación salvo el que provee Médicos Sin Fronteras (MSF), que instalo equipos de ultima generación para mantener la cadena de frío. Pero eso si, hay una Inspección de Salud que fue a hacer una inspección y los multo por instalar grupos electrógenos sin autorización.
Los que tienen un trabajo, ya sea en las ONGs o en la MONUC, tienen viviendo en sus casas a 30 o 40 parientes. Esta es la tradición y lo normal. La familia es la tribu y viceversa.
El gobernador, sostenido por la 7ma. Brigada, cobra un poco a cada uno. García Márquez estuvo aquí.
Alrededor de la ciudad, la selva cerrada. Todos los víveres y bienes de consumo, desde las azúcar hasta el kerosén vienen por avión desde Rwanda a precio de oro.
Los caminos de entrada y salida solo son circulables hasta 40 o 50 kilómetros. Luego de eso o bien son impracticables por las minas o los puentes destruidos o por falta de seguridad y abundancia de check-points donde siempre son una incógnita las intenciones de los que están armados del otro lado de la barrera. La gente de pasaje puede dejar unos cigarros, el auto, o la vida, dependiendo de la buena fortuna.
Y a los lados de esas rutas o caminos de tierra, un rosario de típicas aldeas africanas, de adobe y paja, con niños de barriga inflada y viejos de 40 años.
Todas las pestes son posibles porque todas están presentes, la rabia, la viruela, la malaria, la fiebre tifoidea, todo tipo de disenterías, la polio...
Alrededor de esas aldeas, por allí donde pasaron los militares, caminos y senderos minados.
El Congo esta en guerra, pero no los congoleses.
Los congoleses ven pasar los grupos armados sin creerles nada y sin esperanzas.
Los grupos armados a falta de plataformas políticas, tienen cuentas bancarias. A veces ni siquiera disimulan y pasan con el uniforme militar de los países vecinos que están interviniendo. Kisangani, a 500 kilómetros de la frontera, es territorio del ejercito de Rwanda.
Es el supermercado abierto de las multinacionales mineras.
Kisangani vivió su “guerra de los seis días” donde por diferencias internas entre la 7ma. Brigada y el ejercito rwandés (que les da soporte, encuadre, fondos) grupos de uno y otro lado recorrieron la ciudad a sangre y fuego durante seis días. Ametrallando las casas, saqueando, violando. La 7ma. Brigada hizo un llamado por radio a “liberarse” de los rwandeses y la población salió a la calle... a ser masacrada por los rwandeses y la propia 7ma. Brigada que habían llegado –finalmente- a un acuerdo.
Los heridos y los cadáveres se amontonaron por cientos en los improvisados hospitales.
La MONUC observaba, sin autorizacion para intervenir.
En el ambiente esta la sensación omnipresente que la ‘paz’reinante no es paz sino un equilibrio muy frágil.
Todos nuestros movimientos, por razones de seguridad, son radio controlados. Todos los autos de las ONGs tienen radio de largo alcance. Y cada uno tiene una radio personal que debe llevar en todo momento desde que se abandona el vehículo.
Toda la historia se ve cada día al bajar a la ciudad, en las caras de la gente, en los edificios, en los vidrios. Y también se ve desde esta altura en el plateau Boyoma. Se siente como un suspiro de la selva al amanecer. Otra noche sin balas.

A las 7 y media empiezan a llegar los equipos. Los demineurs, los collectores de información, el equipo de educación comunitaria.
Una vez a la semana nos reunimos para preparar las actividades y la distribución de las 6 camionetas todo-terreno y el Unimog.
Los equipos de demolición y deminaje terminan de trabajar a la una de la tarde porque es la hora en que finaliza la cobertura aérea para el caso de evacuación medica.
Cuando puedo voy sobre el terreno a supervisar el trabajo, pero también paso buena parte del tiempo en reuniones con la MONUC (los capangas, que son canadienses, zimbawenios, kenianos, estadounidenses, sudafricanos). También tengo mis reuniones con la 7ma. Brigada rebelde de quienes obtenemos de tiempo en tiempo stocks de minas antipersonales, granadas, obuses y otros juguetes que nosotros nos dedicamos a destruir.
Handicap es el centro de coordinación de las otras ONGs en términos de seguridad, acciones conjuntas, etc.
Aquí no hay autos, solo los de las ONGs y la MONUC. El medio de transporte es la bicicleta, pero ni siquiera la bicicleta propia, el taxi-bicicleta que en swahili es “toleka”. Es una bicicleta reforzada con un asiento atrás del ciclista. En las subidas hay que bajarse y caminar. Tener bicicleta propia es como en otros lados tener auto propio, un símbolo de status.
No lejos de aquí hay un par de parques, reservas. No queda nada. Desde las cebras hasta las jirafas fueron a la olla después de tantos años de guerra. Del okapi, un antílope local (impala) solo queda tallas en madera.
Algún día tendremos en el zoológico algunas vacas y caballos?
Mañana no se
La cultura local es de ciclo diario, se expresa en un día. Hoy estoy vivo, mañana no se. Hoy si tengo la oportunidad, sacare un provecho “extra” aunque me cueste el trabajo, ese es el pensamiento natural de quienes trabajan conmigo. Es difícil encontrar quien se prive de hacer una “magouille” pensando en lo que eso puede tener como consecuencia mañana o la semana que viene.
Así nos encontramos con tremendas dificultades para juntarnos con la información local sobre la situación de minas u UXOs (Unexploded Ordnance). En muchos villages quieren cobrar por darnos esa información sin importar que a causa de negárnosla mañana sus hijos, vecinos o amigos puedan saltar sobre una mina.
Phillip, el Logisticien de MSF que a veces nos acompaña resumió una vez su frustración con una frase terrible y verdadera: “son tus hijos los que van a saltar sobre las minas, los mios viven en belgica”.
Finalmente la comprensión se abre paso y los grupos locales de acción comunitaria se van instalando, recogen la información, ponen marcas de advertencia, enseñan a los niños. Y es en esos villages donde se realiza nuestro trabajo de deminaje.
La 7ma Brigada nos “intimo” a que pagáramos a los aldeanos por la información. Creo que todavía nos están esperando. 
En fin, no hay tiempo de aburrirse, hay que moverse rápidamente pero con cuidado.
 
Acuna matata.