En el volcan


AFRICA, continente de guerra, enfermedades y desastres naturales. Continente de seres humanos que se aferran a la vida y a la esperanza que les da creer que por pertenecer a la especie humana pueden esperar solidaridad y ayuda del resto del mundo, que sin embargo, los ignora.
La lava del volcán Nyiragongo ha dejado una cicatriz indeleble en la ciudad de Goma. La noche del 17 de enero del 2002, un ancho río de lava líquida se hacía camino por el centro comercial de la ciudad, arrasando e incendiando a su paso tiendas, depósitos, escuelas, y cientos, quizás, miles de hogares. Las explosiones retumbaron en la noche, cuando la lava se tragó los depósitos de combustible y las estaciones de gasolina en la ciudad en llamas.
La misma tarde, la población de Goma huía en tropel, la mayoría, hacia la ciudad ruandésa de Gisenyi, situada a pocos kilómetros al este. Las organizaciones humanitarias y los periodistas anunciaron una crisis de gran envergadura.

ENFRENTANDO LA CRISIS

En los centros humanitarios una multitud de voluntarios se prepara para las actividades del día. Entre tanto, en una pequeña choza de madera detrás del edificio, dos voluntarios de Cruz Roja sirven el desayuno a 25 niños, algunos de ellos tan pequeños que hay que darles de comer con cucharadas la papilla de maíz. Siguen trayendo a más niños, mientras a otros los recogen felizmente padres.
Organizaciones de las Naciones Unidas y ONG han comenzado a distribuir alimentos básicos y asistencia no alimentaria en favor de más de 50.000 personas en Goma. Muchas de las personas que perdieron sus viviendas a causa de la lava se han refugiado temporalmente en iglesias e instituciones tales como el Instituto Técnico de Goma, donde duermen cientos de personas repartidas en 16 aulas. En el gran patio exterior, bajo la sombra de los árboles, hay mucho ajetreo: vendedores ofrecen comidas de maíz y verduras, mujeres cocinan y lavan la ropa y decenas de personas hacen cola en el punto de distribución de víveres.

Y eso no es casualidad...

Poco a poco, con la intervención de la población local, voluntarios internacionales, Naciones Unidas y las ONGs presentes sobre el terreno comienza la reconstrucción.
Inicialmente es muy difícil por la falta de los elementos logísticos básicos. Es mas rápida la reconstrucción de los puestos militares, del gobernador y de los traficantes de oro y diamantes, cuyas casas y locales son reconstruidos a nuevo en cuestión de días.
La población corta bloques de lava aun calientes cerca del lago y los utiliza como material de construcción. Con piedras de lava marcan el lugar de sus antiguas casas, un par de metros abajo de la capa de lava. Allí se instalan. Maderas, cartones, todo sirve.