Sobre terreno minado

Bueno, después de unos días de locos el trabajo retoma fuerza y vigor en el medio del Congo.
Para distraer la neurona salí dos días sobre el terreno con el grupo de deminaje.

Con el grupo de deminaje hicimos varios kilómetros a pie por el medio de la selva, no nos encontramos con Tarzan pero si con la mona chita y todos sus parientes y amigos.

Intentare desasnarlos en el tema minas, no, no esas minas.
El asunto es que la detección y neutralización de minas y municiones cambia según la geografía, la imagen del tipo que camina por un campito y siente el clik bajo la suela del zapato no tiene nada que ver con la realidad del Congo.

En primer lugar, en una situación de guerra irregular los soldados de uno y otro lado no van por los caminos, serian un blanco fácil, como el tiro al pato.
Entonces van por la salva, en senderos y senderitos que a veces ni se ven para quien no conoce.
Los que están ocupando una posición, por ejemplo Kisangani, no van a ser tan nabos de poner minas en los caminos, nadie hace desfile militar a cielo abierto cuando el adversario tiene AK-47 para “motivarlo” a ser prudente.
Y es por esto que siembran los caminitos con minas y trampas varias eso incluye los sembradíos de maíz, que son sistemáticamente objetivos –de saqueo- militar.
Así la gente fue pasando de la agricultura a la recolección de frutas y vegetales en la selva.
Aun después del fin de la guerra la gente va a la selva a recolectar comida, y para encontrarla hay que salirse del sendero principal y “bang!”.
Normalmente mujeres con niños.

En vez de “campos minados” aquí tenemos selva minada. Cuando se produce un accidente o en un village saben de un lugar minado, nos llaman y allá vamos, si es posible a deminarlo y si no es posible, marcarlo para que la gente no use ese sendero.
Hasta allí parece fácil, pero... cuando llegas al village un mes después te encontras que hay gente que retira las marcas y las usa para decorar. (En una paillote la cortina de entrada era de las tiras de plástico rojo y blanco que usamos para marcar las áreas minadas).
Uno de los capangas del poblado nos dice que para cuidar las marcas hace falta “motivación”, es decir dólares.
Después de 40 años de guerras civiles y 2.500.000 muertos esta es la situación general, a nadie le importa el “mañana”. Solo el hoy cuenta.
Por supuesto que la gente del village sabe al final –casi siempre- donde caminar y donde no, pero como existen grupos de refugiados que se desplazan de un lado a otro por la salva, los accidentes por minas se suceden.
Si el gobierno belga nos aprueba un proyecto, vamos a intentar reconstruir la red social de las comunidades para poder apoyarnos en ellas y autonomizar la acción de prevención pasando la responsabilidad a cada village. Es impensable mantener -en el largo plazo- grupos de gente rentada para recorrer la selva con un GPS para ver si las marcas están en su sitio o no.

Así que con uno de mis equipos de deminaje hicimos un día de tour por la selva y las aldeas. Hablamos con los villageois y controlamos marcas en las profundidades de la selva negra. Mucho calor, muchas hormigas de todos los tamaños, algunos monos y víboras y jungla tropical en abundancia. Muchas partes del trayecto fueron caminando por lechos de arroyos con el agua hasta la rodilla.
Cansador pero necesario para saber como es el trabajo sobre el terreno. Mis equipos contentos porque el “jefe musungo” los acompañó.